No podía ser de otra manera: 50 años de estar expuesto a la humedad que se filtró dentro de su cámara de concreto, no hicieron más que dejar al Plymouth Belvedere completamente arruinado y sin esperanzas de restauración.
A pesar de que todavía lograron inflar los neumáticos, el motor estaba completamente muerto y los intentos por encenderlo dieron de lleno contra el óxido y el moho que lo invadió.
Aunque los recuerdos encerrados en él -como la “cápsula del tiempo”, un tanque de metal cerrado herméticamente- resistieron los embates de los años muy bien, con sus objetos guardados allí como si estuvieran nuevos, el vehículo no tiene salvación al decir de restauradores profesionales que lo examinaron.
Ni siquiera la llave del encendido se salvó: era una masa informe de metal oxidado, así como el tablero, asientos, volante y todo lo que el agua tocó…
Descansa en paz “Viajero del tiempo”.
Copiado de: MotorFull
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