El futuro de las telecomunicaciones en Colombia
Por tantos años de convulsiones continuas, con frecuencia en Colombia los temas urgentes impiden a los gobiernos trabajar sobre los importantes. La coyuntura actual no es la excepción. El terremoto 'parapolítico' deja poco espacio para una mirada detenida a una serie de asuntos que resultan fundamentales para el desarrollo del país, y para sacar adelante las reformas legales que requieren. Uno de esos temas olvidados son las telecomunicaciones, sector donde la constante ha sido que la tecnología viaje en jet mientras la legislación avanza en mula.
La ministra de Comunicaciones, María del Rosario Guerra, ha dado muestras de entender el desafío, que no es otro que poner al día, lo antes posible, un marco normativo que se ha quedado rezagado frente a la avanzada tecnológica y competitiva del sector más dinámico de la economía mundial en el arranque del nuevo milenio. La ministra viene trabajando con su equipo de asesores en el nuevo estatuto de las telecomunicaciones y las tecnologías de la información, cuyo texto debe llegar al Congreso en la legislatura que comienza en julio.
Dicha reforma debe abordar por un lado un cambio en las reglas de juego, más transparentes y menos engorrosas, que facilite al máximo el acceso de nuevos operadores en todos aquellos campos donde la competencia resiste un número amplio de actores, como son los servicios de valor agregado, acceso a Internet y otros. Además, debe servir para ampliar la cantidad de competidores en campos más limitados, como la telefonía local y de larga distancia, la televisión en sus distintas modalidades y la radio. Más actores, en un marco de reglas claras y equitativas, abaratarán los servicios y democratizarán un sector que no debe nunca caer en el oligopolio.
En el campo de la radio, el Ministerio debe acelerar los procesos de apertura de licitaciones para nuevas frecuencias de FM en varias regiones del país, en aras de mayor pluralidad informativa y de entretenimiento. En cuanto a la televisión, el mercado ha demostrado que resiste uno y hasta dos nuevos canales privados, para asegurar un entorno más competitivo y mayores opciones informativas y de opinión que hoy, en ese campo, son muy limitadas. Desde el punto de vista tecnológico, las autoridades del sector tienen que entrar a definir el estándar para la televisión digital -hay varios en el mundo-, un sistema que permite mayor interactividad entre emisor y receptor, y un uso mucho más eficiente del espectro.
El tema del espectro no es de menor cuantía. Por años, el espectro radioeléctrico -el principal activo del Estado en el campo de las telecomunicaciones ha sido presa del desorden, de las señales ilegales, de emisoras que sobrepasan sus límites e invaden otras frecuencias y de todo tipo de interferencias, tanto en los servicios de radiodifusión y radiocomunicaciones, como en el de televisión. Una intervención de las autoridades es urgente para evitar que ese preciado bien del que la Nación deriva importantes ingresos al concesionar su uso, no se convierta en terreno baldío donde se instalen todo tipo de invasores que carecen de licencia o abusan de la que tienen.
En el campo de la larga distancia, el Gobierno ya anunció para el semestre entrante una decisión que no debe tardar más. Se trata de la adjudicación de nuevas licencias a operadores de telefonía de larga distancia, tanto nacional como internacional. A pesar de la competencia que ofrece Internet, el sector de la larga distancia sigue siendo enormemente atractivo y una multiplicidad de operadores es altamente conveniente para garantizar tarifas más baratas que contribuyan a la competitividad del país.
No menos importante es que el Gobierno haga mayores esfuerzos por promover y estimular la penetración de Internet. Aunque el país es uno de los que más crece en la región, su rezago sigue siendo enorme frente a naciones vecinas: la penetración en el país es apenas superior al 15 por ciento, mientras en Chile supera el 40 por ciento y en Argentina se acerca al 35 por ciento. En este campo, nuevos estímulos tributarios, así como inversión directa en dotación para colegios y bibliotecas públicas, es fundamental.
Como puede verse, el tamaño de la tarea es grande y requiere de las autoridades Ministerio y comisiones de televisión y de telecomunicaciones una visión ambiciosa y de largo plazo, así como una actitud decidida para resistir las presiones de quienes hoy dominan el mercado de las telecomunicaciones y, como es obvio, preferirían limitar la entrada de nuevos actores.
Tomado de Portafolio
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