En una concentración de algún club Ferrari ocurrió esto, que es la pesadilla de todo aquel propietario de Ferrari que quiere hacerse ver por sobre los demás y cuya bravata termina ridículamente: un acelerón un par de segundos antes de lo aconsejable para acabar con el coche dañado, con daños en un segundo vehículo y expuesto a la verguenza de sus compañeros de marca.
jueves, junio 07, 2007
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